¡¡Hola!!
Pues
aquí vuelvo, otro mes más con ganas de endulzaros un
poco la vida y olvidarnos de este bonito clima vitoriano. Luego dicen que los
vascos somos muy cerrados...¡normal! Si la culpa es del tiempo. Pero bueno, así
nos sigue apeteciendo quedarnos en casita y cocinar. Aquí el que no se consuela
es porque no quiere.
Lo
importante de la receta de hoy no es sólo la receta en sí, sino más bien su
presentación. En temas de repostería, se
puede decir que está (casi) todo inventado. Por eso, muchas veces lo más
importante no es el qué, sino el cómo. No es lo mismo presentar una panna cotta
de la manera tradicional, en forma de flan en un plato acompañada de un puré de
frutas, que presentarla en un huevo de chocolate, ¿no?
Ya
sabéis que soy una enamorada de Italia y de todo lo
relacionado con ese país: cultura, idioma, gastronomía,... Este postre lo
descubrí cuando vivía allí y me enamoró completamente. La panna cotta significa literalmente "nata cocida", y
realmente es tan simple como eso. Se prepara en un abrir y cerrar de ojos y
tiene un sabor suave y delicado. Lo
mejor de todo es la infinidad de variaciones y combinaciones de sabores que
permite, tanto como acompañamiento como en la propia panna cotta.
Os paso la versión clásica de la receta, pero se pueden hacer
infinidad de variaciones y combinaciones, es un postre de lo más agradecido. De
hecho, si os pasáis por mi blog (Gallecookies)
veréis otras recetas de panna cotta.
PANNA COTTA
Tiempo de preparación: 10 minutos + tiempo de reposo
Cantidad: da para 6 huevos (12 mitades)
Ingredientes
·
300 ml de nata
·
100 g. de azúcar (mejor si es glas)
·
1 vaina de vainilla (o una cucharada
de azúcar vainillado)
·
3 láminas de gelatina
si queréis que quede muy firme. Si lo queréis más cremoso, 2.
·
6 huevos de chocolate
·
Puré de frambuesa para decorar
Preparación
- Ponemos las láminas de gelatina en un plato con agua fría para que se hidraten. Unos 10-15 minutos (mirad las instrucciones de las que tengáis).
- Mientras, ponemos en un cazo la nata, el azúcar y la vaina de vainilla abierta (o el azúcar vainillado en su defecto). En el momento que rompa a hervir, retiramos del fuego. Quitamos la vaina de vainilla.
- Escurrimos bien las hojas de gelatina y las vertemos en la nata. Removemos bien para que se deshaga.
- Pasamos la mezcla por un colador para quitar posibles grumos y dejamos que se temple un poco.
- Partimos los huevos de chocolate por la mitad con cuidado de que no se rompan. Si se rompe alguno, nos lo comemos ;) Para rellenarlos, la mezcla de nata tiene que haberse enfriado lo suficiente como para no derretir el chocolate del huevo, pero no tanto como para que haya empezado a cuajar. Con ayuda de una cuchara vamos rellenando los huevos.
- Metemos los huevos en la nevera durante mínimo una hora, aunque lo mejor es dejarlos de un día para otro para que cuaje bien.
- En el momento de servirlos, acompañarlos de una cucharada de puré de frambuesa o de cualquier otra fruta.
Consejos
·
La panna
cotta queda buenísima acompañada de cualquier puré o mermelada de frutas, sobre
todo: fresa, frambuesa, frutos del bosque, kiwi o cítricos. También se puede
acompañar de salsa de chocolate caliente.
·
Es
tradicional también darle a la panna cotta un toque más "alegre",
poniendo a remojar las hojas de gelatina
en algún licor tipo amaretto
en vez de en agua.
· También
se puede añadir en la cocción chocolate negro o blanco, con lo
que se obtiene una panna cotta de sabor a chocolate.
·
Lo normal es cuajar
la panna cotta en moldes de flan, para luego desmoldarla y servirla. También se
puede cuajar en vasos de chupito o en
copas.
Una receta sencillita la de hoy, sin
horno ni mayores complicaciones. A los más peques de
la casa seguro que les encanta y al resto les dejará con la boca abierta sin
duda. Y para todo el mundo es un postre que gusta mucho, fresquito y que lo
podemos hacer de mil maneras distintas. ¡A disfrutar!
Besos,
Iratxe
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