¡Hola otra vez!
¡Julio!
Cómo me gusta este mes: verano, vacaciones, sol y calor (en teoría por lo
menos).
Y
si hay algo que nos apetece poco en verano es encender el horno y liarnos a
cocinar. Por eso hoy os voy a enseñar una receta que se prepara en un plis-plas,
que no necesita calor y mágica. ¿Por qué mágica? Porque se preparara con solo dos ingredientes: chocolate y agua.
Vale, sí, así e primeras suena a marranada total.
Bien, si siempre nos han dicho que el chocolate y el agua no son
buenos compañeros, ¿cómo es posible esta mousse? Básicamente, según un artículo
que estuve leyendo, como el chocolate
contiene un cierto porcentaje de grasa, se
puede montar igual que la nata. En 1995, un químico francés llamado Hervè This, se
puso a analizar "químicamente" la nata montada y se dio cuenta de que
el chocolate también se podía montar, ya que contiene grasa y un emulsionante
como la lecitina de soja. Añadiendo un líquido y enfriando tendría que ser
posible montarlo para obtener una mousse.
Todo se reduce a una fórmula matemática (no me digáis de dónde
la ha sacado):
g. de agua = % de grasa x 100 / 34
Así
que nos tenemos que fijar en el porcentaje
de grasa del chocolate. ¡No en el porcentaje de cacao! ¡Cuidado! En la tabla nutricional del chocolate hay
que mirar cuántos gramos de grasa tiene por cada 100 g. de producto. En mi
caso tenía 41,4 g. de grasa. Así que me salieron 122 g. de agua.
Fiaros
de mí, que aunque suene raro y dé cosilla, ¡el resultado es estupendo!