La mañana del jueves, como casi
todas, comencé la jornada repasando los
blogs y las publicaciones de moda que sigo habitualmente. Una de las
noticias que pude leer fue la increíble
fiesta que organizó Lancôme en la Semana de la Alta Costura de
París para celebrar su 80 aniversario.
Para ello contó, como invitadas
de excepción, con mujeres que son o han sido imagen de la marca. Entre ellas pudimos encontrar a Isabella Rossellini, Julia Roberts, Penélope Cruz o Kate Winslet. En ese
momento me di cuenta de que me estaba gustando lo que veía; mujeres reales
alejadas ya de los 20 años que, aunque
preocupadas por lucir un buen aspecto, parecían transmitir la sensación de aceptar
de buen grado el paso de la edad.
Isabella Rosellini,
Lupita Nyong´o y Julia Roberts en la fiesta Lancôme
Julia Roberts,
Penélope Cruz y Kate Winslet en la fiesta Lancôme
Y de repente llegué a la conclusión de que, poco a poco, los patrones de belleza están cambiando
o, al menos, la imagen que nos trasladan con sus campañas de publicidad las
grandes firmas de moda y belleza. Personas con síndrome de down, vitíligo o incluso con alguna discapacidad se han subido a
la pasarela en los últimos tiempos.
La modelo Winnie
Harlow en la campaña de Desigual
Puede ser que haya
llegado el momento en el que nos hemos dado cuenta de que la belleza es
diversidad, sin que tenga que adaptarse a unos cánones o estereotipos
determinados. Que, en realidad, lo que
realmente nos resulta bello de una persona es su todo envuelto en una imagen
agradable y cuidada pero que no tiene por qué cumplir unas medidas
determinadas. Esto no nos exime de tener en cuenta nuestra imagen intentando
transmitir un físico arreglado. Y por
supuesto, para ello podemos contar con herramientas como la ropa o centros de estética o peluquería.
"Creo que la belleza real no está detrás de la pantalla, sino en nuestras calles. Y si no cuando salgas hoy, fíjate un poco."
¿Estáis
de acuerdo?
¡Feliz semana!
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